El argumento de Avatar no es, ni pretende, ser original. Trata simple y llanamente del extranjero que llega a un nuevo mundo con la misión de explotarlo, pero que acaba amando las costumbres de su pueblo adoptivo y luchando contra sus propias raíces. Con estos datos, vienen a la cabeza títulos como Bailando con Lobos, El Último Samurai o la más reciente El Nuevo Mundo. Sin embargo, la grandeza de Avatar no estriba en su trama, sino en su trasfondo. Todo un universo minuciosamente creado por Cameron que incluye un complejo plantel de flora y fauna alienígenas, una cultura extraterrestre con claras tendencias new age y, por supuesto, una sofisticada infraestructura militar propiedad de los invasores humanos. De la interacción de todos estos elementos, coreografiados milimétricamente, surge la magia de la película, y no resulta arriesgado afirmar que es un espectáculo como nunca se había visto antes.
Si por algo es conocido James Cameron es por su tenacidad y vehemencia a la hora de abordar un rodaje: si algo no le parece los suficientemente bueno, él y su equipo trabajarán el tiempo que haga falta hasta que todo sea perfecto. Este afán perfeccionista se deja notar en cada fotograma de Avatar, con planos que realmente cautivan la mente y el corazón y que permanecen en la retina del espectador. Se demuestra así, por si alguien aún lo dudaba, que Cameron es uno de los realizadores que mejor maneja el estilo visual, en pugna directa con Stanley Kubrick.
Absolutamente todos y cada uno de los miembros del reparto están a la altura del proyecto en cuanto a interpretación se refiere. Sam Worthington nos ofrece su mejor papel hasta la fecha encarnando a Jake Sully, ex-marine minusválido que traspasa su conciencia a un Avatar creado con ADN humano y Na´vi, por medio del cual conoce un nuevo mundo por el que decide que vale la pena luchar. Le acompañan Zoe Saldana como Neytiri, la obstinada y guerrera princesa alienígena; Stephen Lang como el Coronel Quaritch, aguerrido jefe militar del destacamento humano en Pandora que cumple a la perfección como villano, y Giovanni Ribisi como como Parker Selfridge, burócrata sin escrúpulos cuyo único interés es el valioso mineral que se encuentra en el planeta. Mención aparte merecen Sigourney Weaver como la doctora Grace Augustine y Michelle Rodriguez como la piloto Trudy Chacon, modelos de mujer fuerte y resuelta clásicos de la filmografía de Cameron, como Sarah Connor en Terminator 2 y la soldado Vasquez en Aliens.
Los efectos especiales de Avatar constituyen un nuevo estándar en cuanto a calidad y cantidad. Nunca antes se habían visto en la gran pantalla unos paisajes digitales tan hermosos y convincentes, ni unos personajes virtuales tan detallados y llenos de expresividad que realmente parecen estar ahí, compartiendo espacio físico real con los actores de carne y hueso. Si a esto sumamos el acertado uso de la tecnología 3D, nos encontramos con una experiencia de inmersión total. Si hubiera que buscarle alguna pega al apartado técnico, habría que decir que el score compuesto para la ocasión por James Horner no resalta demasiado, ya que no ofrece ninguna melodía para el recuerdo ni está a la altura que los momentos dramáticos del film demandan, aunque esto pasa bastante desapercibido gracias al asombroso banquete visual que constituye la cinta.
En pocas palabras, Avatar es la experiencia cinematográfica más intensa y cautivadora de la historia del cine reciente. Con una historia emocionante pese a ser poco original, unas interpretaciones magistrales y, sobre todo, unos efectos como jamás se han visto, está llamada a ser el fenómeno de la temporada. Si constituye o no una revolución en la forma de hacer cine, sólo el tiempo lo dirá, pero sólo imaginar las posibilidades que Cameron ha puesto ha disposición del cine... da vértigo. Definitivamente, lo mejor de este año que ya termina. ¡No os la perdáis!
En pocas palabras, Avatar es la experiencia cinematográfica más intensa y cautivadora de la historia del cine reciente. Con una historia emocionante pese a ser poco original, unas interpretaciones magistrales y, sobre todo, unos efectos como jamás se han visto, está llamada a ser el fenómeno de la temporada. Si constituye o no una revolución en la forma de hacer cine, sólo el tiempo lo dirá, pero sólo imaginar las posibilidades que Cameron ha puesto ha disposición del cine... da vértigo. Definitivamente, lo mejor de este año que ya termina. ¡No os la perdáis!