
Antes de entrar en materia, hay que aclarar dos conceptos que son vitales para entender e incluso disfrutar a cierto nivel el film. Primero, la película va sobre robots gigantes que se convierten en vehículos y se zurran la badana unos a otros sin contemplaciones. Segundo, el artífice de todo esto es Michael Bay (Armageddon), así que olvidaos de encontrar una película con un guión minimamente potable y preparaos, eso sí, para un derroche notable de patriotismo, explosiones y escenas a cámara lenta.
El argumento de la cinta es bastante simple: un antiguo y malvado Decepticon conocido como The Fallen decide que quiere destruir la Tierra, y serán Optimus Prime y compañía los encargados de detener tan terrible amenaza. A partir de aquí, la película se convierte en una carrera alrededor de medio mundo donde no faltan escenas de amor muy light, humor infantiloide y ostias robóticas hasta decir basta. Lógicamente, entre tanto efecto especial y explosión no había hueco para un guión como dios manda, así que los personajes se dedican a ir dando tumbos por ahí mientras las cosas se van resolviendo solas. Resulta duro pensar que el guión viene de manos de Alex Kurtzman y Roberto Orci, que hace apenas unos meses nos sorprendieron con la muy disfrutable Star Trek.

La mayor baza de esta película reside en su apartado técnico. Gracias a un impecable trabajo en CGI, Transformers: La Venganza de los Caídos cuenta con una auténtica legión de nuevos robots, algunos tan espectaculares como el gigantesco Devastador o The Fallen, el principal villano de la cinta. El problema, al igual que en la primera entrega, reside en que al tener unos cuerpos tan complicados y llenos de piezas, las peleas entre los robots resultan algo confusas, y requiere un gran esfuerzo de concentración ver algo más que un amasijo de metal moviéndose por la pantalla. Otro inconveniente radica en el hecho de que al tener tantísimos robots en la película, algunos desaparezcan por las buenas, lo que contribuye a dejar aún más al descubierto el pésimo trabajo de guión.
En síntesis, Michael Bay juega una vez más en su terreno y nos ofrece uno de los mayores espectáculos pirotécnicos del cine reciente, bastante entretenido, pero completamente hueco. Esta nueva entrega de la saga Transformers gustará a los fans de la serie original por el mero hecho de poder reconocer a sus personajes favoritos en la gran pantalla. Al resto de espectadores que vayan a verla, seguramente les parecerá una pérdida de tiempo. Y si aún después de haber leído estas líneas aún sentís la necesidad de ir a verla, os aconsejo que la afrontéis sin exigirle nada, ya que es cine palomitero sin complejos ni pretensiones. Avisados quedáis.