
El Misterio del Príncipe está dirigida, al igual que la anterior entrega, por David Yates y escrita por Steve Kloves (guionista de todas las películas de la saga). Siendo ambos viejos conocidos en el mundillo de Potter, resulta muy extraño que hayan decidido desmenuzar la novela original, quedándose sólo con partes clave, y rellenar los huecos con escenas de cosecha propia. Al final lo que han conseguido es una especie de puzzle donde no todas las piezas encajan. Si bien hay algunas escenas que realmente atrapan al espectador (como el inicio, el partido de quidditch o la escena de la cueva), la mayor parte del film dejará al espectador medio completamente frió, y al fan más acérrimo, desconcertado. A nivel técnico, la dirección de Yates resulta encomiable. Con unos juegos de cámara muy acertados (vertiginosos en las escenas de acción, suaves y cómplices en los momentos románticos) y unos planos muy bien resueltos. El buen resultado en este apartado sólo lo empañan algunos fallos de raccord, pero que en general no restan calidad a la dirección.
En cuanto a interpretaciones, tenemos la gama completa. Entre las mejores actuaciones tenemos las de Alan Rickman (Severus Snape), fabuloso en todas sus escenas, y a Tom Felton (Draco Malfoy), que carga con el peso de las escenas más intensas de la cinta sin despeinarse. Y entre lo menos logrado tenemos al generalmente perfecto Jim Broadbent, cuyo Profesor Slughorn resulta un pelín sobreactuado, y a Lavender Brown (Jessie Cave), que en todas sus escenas parece estar bajo los efectos de algún psicotrópico. Del resto poco más hay que añadir, ya que después de seis películas, todos tienen ya tomado el pulso a sus personajes. Aunque quizás habría que destacar la labor de Emma Watson como Hermione, que es la que menos forzada resulta entre tanta escena de triángulo amoroso.

En resumidas cuentas, Harry Potter y el Misterio del Príncipe funciona perfectamente como película entretenida sin más, pero falla como adaptación literaria en casi todos sus aspectos. Se ha prescindido de partes de la novela que eran cruciales en la trama, y las que se han respetado han sido resueltas de forma rápida y un tanto tosca. Es una película divertida y muy recomendable para todos los públicos, pero aquellos que vayan buscando fidelidad a la novela de J.K. Rowling se darán con la puerta en las narices. Esperemos que la inminente Harry Potter y las Reliquias de la Muerte sea realmente un buen reflejo de la novela en la que se basa y nos quite el sabor agridulce que nos deja El Misterio del Príncipe. Es la única esperanza que nos queda, ya que Alfonso Cuarón no va a volver a Hogwarts...