Para empezar, el guión escrito por David Scarpa resulta como poco inconstante. De un inicio cuyos eventos se desarrollan atropelladamente, pasamos a una lentitud que casi termina en estancamiento a medida que avanza el metraje. Esto, unido a unos diálogos poco inspirados y a una moraleja tan repetida en otras ocasiones que ya aburre, constituye una ya de por si poco alentadora premisa, más aún si tenemos en cuenta que el encargado de llevar a buen puerto este proyecto es el prácticamente desconocido Scott Derrickson, que anteriormente había dirigido la mediocre El Exorcismo de Emily Rose, y que aquí demuestra estar aún muy verde para proyectos de tanta envergadura.
La película cuenta con un reparto espectacular pero que no consigue elevar el nivel del filme. Destaca especialmente Keanu Reeves en su papel de Klaatu, el frío alienígena protagonista del film, a años luz de aquel al que diera vida originalmente Michael Rennie. Por su parte, la guapísima Jennifer Connelly se limita a poner cara de circunstancia y Kathy Bates ofrece una de sus interpretaciones más aburridas. Pero lo peor de todo es ese niño insufrible encarnado por Jaden Smith, que además no aporta absolutamente nada al film.
Los efectos especiales son, como no podría ser de otra manera, el gran punto fuerte de la cinta, empezando por el gigantesco robot alienígena Gort y continuando con las esferas energéticas que sustituyen a los anticuados platillos volantes y con el exotraje que recubre a Klaatu en su primer contacto con la Tierra.
En resumidas cuentas, Ultimátum a la Tierra no es más que otra película sobre extraterrestres completamente prescindible, que carece del encanto que desprendía la cinta original. Aburrida, predecible y con un mensaje final pasado de rosca, dificilmente será recordada dentro de un par de años. Un ejemplo más de que el 2008 ha sido un año nefasto para el cine.
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