sábado, 16 de diciembre de 2006

Crítica: Eragon


Ya está en nuestras pantallas la película de las navidades, esa que todos los niños (y no tan niños) han estado tanto tiempo esperando. La gran pregunta es ¿habrá valido la pena la espera? Pues la repuesta es más bien no, pero vayamos por partes.
Es cierto que es un film entretenido, eso no se lo discuto, pero se ve claramente lastrada (al igual que el libro en el que se basa) por su falta de originalidad. Y es que es imposible no darse cuenta de que esta película es en un principio Willow, según se desarrolla La Guerra de las Galaxias y finalmente El Señor de los Anillos, y ni siquiera han tratado de disimularlo lo más mínimo. Y es que está de moda eso de calcar un film de exito (en este caso varios) y tratar de quitarle hierro al asunto llamandolo "homenaje".
En cuanto al reparto, como es más lo malo que lo bueno, me centraré en esto último. El único actor que se salva es Jeremy Irons con su interpretación de Brom. Su actuación en Eragon basta para que se nos quite de la boca ese regusto amargo que nos dejó en Dragones y Mazmorras.
Respecto al aspecto técnico del film, solo decir que es el primer trabajo como director de su realizador, Stefen Fangmeier, y eso se nota. Planos innecesarios, peleas confusas e iluminación pauperrima restan enteros a todo el film. Su único punto fuerte son los efectos visuales, haciendo especial mención a la gran protagonista de la película: la dragona Safira, realmente un gran trabajo del equipo de animación CGI.
En resumen, Eragon es tu elección perfecta si tienes entre 6 y 15 años y lo único que quieres es entretenerte un rato estas navidades, pero si eres algo mayor y vas buscando algo más que un guión que podría haber escrito incluso un mono con una máquina de escribir, sigue buscando, amigo.
Yo le pongo un 5, y gracias a buen hacer de Jeremy Irons.

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