Y es que Stardust, basada en la novela del siempre brillante Neil Gaiman y dirigida por Matthew Vaughn (Layer Cake) se nos presenta como un simple cuento de hadas, pero tras su visionado nos damos cuenta de que es mucho más. Como tampoco me gustaría contar demasiado del argumento, baste decir que tras su apariencia de cuento subyacen ideas muy actuales y alejadas de este tipo de literatura, que sin duda enriquecen de una manera notable al film. Todo esto bien aderezado con pasajes realmente cómicos y con momentos románticos que, aunque en ocasiones resultan empalagosos, por lo general están excelentemente llevados.
Otro punto a favor de Stardust es su reparto, ya que aunque el personaje sobre el que recae casi por completo el peso de la trama es un actor casi desconocido (Charlie Cox, visto fugazmente en Casanova o Tirante el Blanco), viene arropado por todo un elenco de actores ya consagrados, entre los que destacan Michelle Pfeiffer , Claire Danes y, sobre todo, Robert De Niro en un corto pero brillante papel.
Por supuesto, otra de las grandes virtudes de la cinta son sus efectos especiales, claves en cualquier película del género. En esta ocasión, los efectos se subordinan completamente al argumento, con imágenes realmente oníricas que refuerzan ese halo de cuento de hadas que impregna todo el metraje del film.
Por lo tanto, Stardust resulta ser una excelente película de fantasía, llena de evidentes homenajes al género y con un trasfondo inusualmente trabajado para este tipo de producciones. Es de las pocas películas fantásticas estrenadas en los últimos años que merecen la pena, y sólo con eso ya debería bastar para que fuerais corriendo a verla. Así que no lo dudéis más y vedla cuando podáis. Seguro que no os arrepentiréis.
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