


Comics, pelis y un poco de todo.
Tras la muerte de Superman a manos de Doomsday, el Cyborg regresó a la Tierra diciendo ser Superman renacido pero dañado y reconstruido con partes mecánicas, todo ello para poder hundir la reputación del héroe y atraer la atención hacia sí mismo, mientras Mongul llevaba a cabo en secreto su primer golpe contra el planeta: La destrucción de Coast City. Este horrible acto es una de las tragedias más recordadas en el universo DC y supuso, además de la muerte de miles de inocentes, la caída del Green Lantern Hal Jordan hacia el “lado oscuro” y su conversión en el villano megalomaniaco Parallax. Tras la resurrección del verdadero Superman, quedo de manifiesto que Mongul y el Cyborg Superman estaban tras la tragedia, por lo que Superman destruyó el cuerpo metálico del Cyborg, cuya mente acabó prisionera en un pequeño orbe en Apokolips. Darkseid, señor de Apokolips y enemigo jurado del hombre de acero, liberó la conciencia de Henshaw, que mediante tecnología apokoliptana se creó una nueva forma mecánica de color bronce. Tras volver a la Tierra y tratar en varias ocasiones de acabar, en vano, con la vida de Superman, la forma corpórea del Cyborg fue destruida por Parallax y esparcida por el muro de La Fuente, una inmensa pared tras la que aguardan las energías responsables de toda forma de existencia.
Y una vez más, aunque por medios aún no del todo claros, Henshaw obtuvo una nueva forma corporal muy parecida a la original. Tras haber obtenido bastos conocimientos de La Fuente, viajó al planeta Biot, hogar de los robots asesinos conocidos como los Manhunters, en el lejano sector espacial 3601. Utilizando las tecnologías que había asimilado, el Cyborg mejoró a los Manhunters y se nombró su maestro. Utilizó a los Green Lanterns que habían sido dado por muertos durante Crepúsculo Esmeralda para crear una nueva clase de robots con poder suficiente para destruir planetas enteros, que habría llegado a usar de no ser por la intervención de un renacido Hal Jordan y Guy Gardner, que junto a los Green Lanterns raptados, volaron en mil pedazos Biot, a los Manhunters y, por supuesto, al malvado Cyborg.
Pero la muerte parece no querer dar su abrazo aún a Hank Henshaw, cuya cabeza es llevada a Oa para ser interrogada por los Guardianes. Sin embargo, durante la invasión llevada a cabo por los Sinestro Corps, el Cyborg fue liberado de su cautiverio y llevado al universo de antimateria de Qward para ser reconstruido. Nombrado como uno de los heraldos del Anti-Monitor y dotado con el poder de diez anillos de poder, el Cyborg aceptó formar parte de los Sinestro Corps con una condición: debía ser completa y totalmente destruido tras la victoria del malvado cuerpo intergaláctico, pues ya no desea otra cosa que la muerte. Y aunque esta victoria no llegó a materializarse, Henshaw si alcanzó su objetivo al recibir directamente los efectos de la titánica explosión que acabo con la batería de poder de los Sinestro Corps. Sus últimas palabras fueron de agradecimiento hacia los Green Lanterns por apiadarse de el y acabar con su existencia… momentáneamente.
Y es que tras la explosión, sus Manhunters encontraron los restos de su cuerpo. Al encontrarse totalmente perdidos sin el liderazgo de su maestro, aplicaron una enorme cantidad de energía sobre los restos del Cyborg, que resucitó entre lágrimas al darse cuenta de que, a pesar de todo, es posible que nunca logre descansar en paz.
Y esta es, a grandes rasgos, la vida de Hank Henshaw, alías Cyborg Superman. Una vida llena de tragedias, locura y dolor. Una existencia que ha hecho que pasara de ser una copia retorcida de Mister Fantástico a convertirse en uno de los villanos más interesantes del universo DC de los últimos años y en uno de mis favoritos personales. Y dada su aparente incapacidad de morir, estoy seguro de que tenemos Cyborg para rato…