Crítica: Cloverfield

Para aprovechar el día, me gustaría hablaros de una de las mejores películas que he visto en lo que va de año (y he visto unas cuantas). Se trata, obviamente, de Cloverfield, el misterioso y ultrasecreto proyecto de Drew Goddard y J.J. Abrams dirigido por el televisivo Matt Reeves.

Si tuviera que describirla con pocas palabras, diría que el film es una mezcla entre El Proyecto de La Bruja de Blair y The Host. La Bruja de Blair porque está rodada cámara en mano, lo que dota al film de un gran realismo, y a The Host porque los protagonistas del film no son soldados ni científicos, sino gente corriente que, por salvar su vida y la de una de los suyos, pasan por un auténtico calvario en una ciudad arrasada por un misterioso monstruo. La película se centra principalmente en este grupo de personas y su odisea personal, y el gigantesco monstruo pasa a un segundo plano.

A fin de dar la máxima verosimilitud a la cinta, se ha contado con un elenco de actores prácticamente desconocidos, aunque eso sí, bastante buenos. En el rearto destaca sobre todo la pareja protagonista, interpretada por Michael Stahl-David y Odette Yustman.

En cuanto a los efectos especiales, sólo decir que no palabras que lees hagan justicia. Tanto el monstruo y los pequeños monstruitos como la destrucción que causan parecen reales como la vida mísma, y sus movimientos y acciones resultan muy fluidas y convincentes, al contrario que en otras monster movies como el pésimo remake americano de Godzilla.

Así que, aunque a estas alturas muchos la habréis visto ya, sigo recomendándola encarecidamente. Cloverfield, junto con Los Crímenes de Oxford, es de lo mejor que se puede ver ahora mismo en nuestras salas. Ya me contaréis.

Nota: Sí, ya se que el título que se le ha dado en España al film es Monstruoso. Pero que queréis que os diga, a mi ese título me resulya de lo más... pues eso, monstruoso.